¿Porqué odiamos? Odiamos cuando dejamos de ver al otro como un ser humano y se vuelve un obstáculo para algo que deseamos. En el caso de Felipe ni siquiera estaba consciente de que deseaba la moneda, su deseo es falso e impuesto, pues todavía no la tiene. A darse cuenta que este deseo falso ha engendrado en él odio por que no verá el objeto de su deseo.
¿No son nuestros odios iguales? Líderes y políticos sin escrúpulos arengan a la gente contra enemigos que los culpan de obstaculizar, de negarle al pueblo la moneda de un ratón imaginario. "Muera el gato que se comió al ratón que te iba a traer tu moneda". Resentidos con su La Jornada bajo el brazo que no pueden hablar sin culpar al Gato Gobierno de quitarles la moneda bajo su almohada. ¿Cuántas personas conocemos que ni siquiera creen en su "ratón de los dientes" y viven odiando a los gatos?
Hace muchos años estuvieron de moda unos libros titulados "Quién se ha llevado mi queso" donde un ratón emprendía un viaje para buscar su queso perdido. El queso representaba algo que ni recuerdo. En mi versión el libro era mucho más corto:
Al despertar y no encontrar su queso el ratón saltó de alegría; "¡Ya no soy esclavo del queso! ¡Quienquiera que se haya llevado mi queso lo amo!"
Odiamos a las personas que vemos como obstáculo para algo que queremos, sin darnos cuenta que el objeto del deseo nos esclaviza y el odio nos envenena el alma. Hace años tuve un rival de amores sin darme cuenta que la mujer que nos peleamos era falsa y vivía de darnos alas a ambos. Por odiarlo no disfruté esos momentos (dirían en mi ciudad: "¡Ni que estuviera tan buena!") y tampoco abrí los ojos para ver la falsedad del asunto que me esclavizaba emocional y económicamente. Siempre pude dar la espalda al asunto pero por mi malentendido ego no lo hacía. Al renunciar a la falsa mujer me recuperé a mí mismo.
Es por eso que nunca odié a OGL, sus acciones no me quitan nada, no posee nada que yo desee y si así fuera me estaría engañando a mí mismo.
¿Odias a alguien? Si así es piensa qué te ha quitado. Sé honesto y reconoce si eso que dices que te ha quitado vale la pena y no es un grillete que utilizas para no vivir. Es probable que no lo necesites y nunca lo necesitaste, pues nadie necesita vivir bebiendo veneno.
Imponemos nuestras propias limitaciones a lo que no nos gusta; detestamos las matemáticas porque se nos hacen difíciles y criticamos a aquellos que genuinamente les gustan. ¿Detestas algo porque lo desconoces o no lo entiendes? Entonces no estás despreciando el objeto sino tu incapacidad para apreciarlo.
No me gusta el jazz, sin embargo estudié apreciación musical en la universidad y sé que es la música que le gusta a los músicos, el nivel de maestría necesario para tocarlo es elevado. Sé escucharlo así como sé escuchar música anterior al siglo XX. y sigue sin gustarme, tampoco me agradan los ritmos afroantillanos ni el rock, aunque haya grandes músicos involucrados. El gusto musical es profundamente personal. Debemos diferenciar entre la calidad de la música y nuestro gusto personal, conozco mucha gente que dice que la salsa y la cumbia son una porquería.
No porque algo no sea de nuestro agrado significa que sea malo.
Felipe nos enseña cómo evitar la decepción, no mide el cohete de Miguelito con un parámetro excepcional, sino como es. De verdad es el mejor cohete de Miguelito que ha visto. Felipe expresa esto y Miguelito se siente reconfortado, gracias a su amigo ha aprendido a aceptarse como es y a no medirse con parámetros arbitrarios.
Es curioso, esta nota me recuerda el odio que "me gané" de parte de una mujer, porque ella pensaba que yo andaba con un chico que a ella le gustaba.
ReplyDeletePor supuesto no era así, pero como el chico nunca mostró interés por ella, pues ella me señaló a mi como el obstáculo que se interponía entre los dos.
Es curioso que muchas personas tengan la tendencia a culpar a otros por aquello que no obtienen en la vida.
Aunque el odio no sólo se da por el miedo a perder, sino también por el miedo a que nos dañen de alguna forma real o imaginaria.
"Resentidos con su La Jornada bajo el brazo que no pueden hablar sin culpar al Gato Gobierno de quitarles la moneda bajo su almohada. ¿Cuántas personas conocemos que ni siquiera creen en su "ratón de los dientes" y viven odiando a los gatos?"
ReplyDeleteAy, mano. Tan bien que ibas.
Mi padre es maestro universitario de leyes. Él es respetado en su comunidad, y durante algún tiempo vivió como profesionista capaz, subsistiendo fácilmente. Hoy, él aún goza del respeto de la gente, pero no tiene para curarse de una enfermedad que no lo deja dormir por las noches. Yo no tengo empleo para ayudarlo. Mi barrio se cae a pedazos. Y como mi caso hay varios. Claro, son muchos más los que están peor.
La crisis económica que aqueja al país no es una arenga ni una quimera, y, mexicanismos aparte, quienes prosperan en la miseria de otros no son ningunos gatos. Si hemos de usar metáforas animales, entonces es mejor hablar de ratas, es decir, de gente que se enriqueció grotescamente haciendo todo tipo de ilegalidades, a costa de miles de personas. Como mi padre, o yo.
Así que ¿Resentidos? Naaa.
En 1996 yo le presté toda mi discografía de los Caifanes a un amigo, y nunca me la regresó.
Acaban de darle un golpe a mi camioneta. El escuincle que me chocó no tiene licencia, ni seguro, y no le alcanza ni para traer pelusa en los bolsillos. El daño es de más de 5,000 pesos. Con mi supuesto amigo y con el cafre imberbe estoy resentido.
Con la gente causante de esta economía en zozobra estoy súper encabronado. Y no es causa ni de la Jornada ni de nadie más.