Thursday, August 11, 2011

Los Pitufos: ¿Acaso los mercadólogos sueñan con suspiritos azules?

Antes la nostalgia solía ser para los ancianos que añoraban su juventud perdida, hoy la nostalgia es para niños que añoran basura perdida.

La nostalgia es la gran mentira y el gran obstáculo de nuestros tiempos. Es un campo de basura vieja la cual es reprocesada y reempaquetada una y otra vez, los mismos productos de hace más de veinte años  con una nueva presentación, las estaciones de radio no se arriesgan a lo nuevo y se refugian en lo viejo, las películas comerciales reciclan personajes y situaciones probadas y aceptadas por el público, quien cree que quiere comprar por enésima vez lo mismo.

El resultado, películas de encargo, hechas no por artistas, sino por publicistas, mercadólogos, ejecutivos de ventas, productos que con la forma de cine y su lenguaje no son más que comerciales de juguetes ú otros productos. El cine no como fondo sino como forma, el séptimo arte desvirtuado y reemplazado por fuerzas comerciales, la pesadilla del cinéfilo.
M&Ms es una marca registrada de Mars Corporation
Sin embargo, de vez en cuando, dentro de dichos productos mercantiles, se cuela una historia interesante y digna de contarse.

Hoy exploraremos el concepto de la película dentro de la película, una línea narrativa subutilizada y desdeñada por los propios realizadores. The Smurfs, dirigida por Raja Gosnell, famoso por cintas como Beverly Hills Chihuahua, Never been Kissed y Big Momma's House, logra, entre tanto product placement, chiste forzado y referencia obligada a la cultura pop, crear un retrato muy humano de un hombre atrapado en una situación desesperada que reza por un milagro.

El único problema de The Smurfs es que aparecen estos seres azules que miden tres manzanas de alto. Podemos imaginar una forma de contar la historia de Patrick si prescindimos de los pitufos y los sustituimos con un ser mágico que un día aparece en la vida de una pareja sin explicación, explotando todas las líneas narrativas que la película deja colgando.

El ser mágico que elijo es Katy Perry, por supuesto.

Patrick, un mercadólogo para una importante marca de cosméticos, tiene muchos problemas, después de muchos intentos logra que su jefa, Odile,  apruebe su campaña para la nueva línea de productos. Está a punto de perder el empleo si esta campaña no resulta y su esposa Grace, que está embarazada, tiene serias dudas si quiere que él sea el padre de su bebé.

En un extraño incidente la pareja se encuentra ayudando a esta extraña criatura, quien no habla su idioma. La actitud que Patrick tiene con el ser mágico convence poco a poco a Grace que él sería un buen padre. En una escena Patrick piensa que la mejor forma de entender a la criatura es a través de imágenes, y abre su editor de imágenes para entablar un diálogo y crea la imagen de la luna azul.

El ser mágico es perseguido por otro ser de su mundo, un ser aterrador que ler sigue donde vaya, que también es la clave para encontrar la manera de regresar. Para ello Patrick debe ayudar al ser mágico a completar el hechizo, entre su nuevo trabajo, cuidar de Grace y esta misión se encuentra demasiado tenso.

Odile tiene problemas para localizar a Patrick por celular, su misión lo ha llevado a buscar un raro artefacto en un lugar donde no hay señal y ella llama a su casa. La campaña ya está aprobada y el impresor debe recibir los originales para tener lista la campaña antes del lanzamiento de la nueva línea. Los originales están en la máquina de Patrick. Grace razona que debe ser el último archivo que Patrick trabajó en Adobe Illustrator® y lo manda, sin darse cuenta que le mandó la imagen de la luna azul.


Eventualmente el impresor manda la campaña de la luna azul, Odile no está contenta porque no es lo que ella había aprobado y tras gritarle a Patrick por celular lo despide. Patrick piensa que es la criatura mágica quien mandó el archivo y le grita, frustrado por haber perdido su trabajo. Grace interviene, le revela que fue ella quien mandó los archivos y si de verdad piensa que le arruinó la vida, llorando lo abandona.

Sin trabajo y sin Grace la vida de Patrick se cae a pedazos, sin embargo no tiene tiempo de lamentarse pues el ser monstruoso los ha localizado, tras una gran persecución logran completar el ritual y la luna se vuelve azul.

En esta película no hay un toro de fuego.
Odile ve la luna azul, todos piensan que es parte de la campaña publicitaria y tiene un gran éxito. Grace también ve la luna azul y se da cuenta que Patrick cumplió su promesa de ayudar a la criatura. Patrick recupera su empleo con un ascenso, Grace regresa con él y la criatura mágica regresa a su hogar y todos vivieron felices para siempre.

En vez de esa historia tenemos pitufos rapeando.

Cuando tenemos en una película una abundancia de elementos innecesarios, como números musicales o humor que distrae de la trama principal, notamos que no hay preocupación por crear una historia coherente, únicamente un potencial desperdiciado. El ejercicio de la película dentro de la película (que hice con Twilight) nos permite encontrar estas vetas creativas asfixiadas.

Tanto la película como la historia dentro de la película es una fábula aspiracional, un "creativo" necesita del arte, el cual requiere de disciplina y talento. Sin ellos y presionado por su vida personal  imagina una solución mágica. Cuántas veces los diseñadores y publicistas no quisieran que el trabajo se hiciera solo y fuera un éxito arrasador, que los duendes llegaran con la campaña perfecta y que gracias a ella consiguieran grandes recompensas, el éxito a través del cero esfuerzo, la fantasía del irresponsable.

El reto, dentro del mundo de la mercadotecnia y la publicidad, es esa luna azul, esa campaña fortuita que se volverá legendaria, el éxito de taquilla que recopilará cientos de millones de dólares, por que la presión de crear películas exitosas es tanta es fácil apostarle a lo seguro, a los mismos productos que probaron en el pasado ser atractivos.


En este caso The Smurfs con su reciclaje de nostalgia, una historia contada a medias y emplazamiento de productos sin vergüenza alguna cumplió su propósito, ha recopilado ya 140 millones de dólares y ha asegurado una secuela a estrenarse en 2013.

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